Molesta

No estoy molesta porque me estafaron con el cambio en la panadería. Tampoco porque se me rompió el taco de mis zapatos preferidos. Menos porque algún malparido haya insistido en recordarme algo que quiero olvidar.

Mi molestia no tiene origen en una suba de impuestos, una multa de tránsito o en que un caballero que haya hecho esperar en la primera cita. Pero aun así es grave. La causa de mi molestia me chupó la energía, me dejó agotada, y me tiene a mal traer estos últimos días.

Estoy molesta porque hace cinco días que estoy con laringitis y no puedo hablar!


En los próximos días, el mundo se pierde de todo lo que tengo para decirle.

Encuesta

Si hiciéramos una encuesta sobre cuántas parejas están juntas porque se aman y cuántas porque necesitan alguien a su lado, probablemente los resultados no serían muy alentadores para el amor.

¿Por qué la pareja parece ser una vía de escape a la soledad y no una consecuencia del amor? El ser humano está hecho para vivir de a dos, eso está claro: compartir la vida con una persona es un privilegio pero ¿es una forma de satisfacer la necesidad de paliar la soledad?

Si la respuesta a esa pregunta es sí, ponemos la carreta delante de los bueyes: la soledad no puede ser motivo para buscar pareja, la pareja (producto del amor) debe espantar la soledad.

La teoría de Casablanca

La primera vez que vi Casablanca, descubrí que el amor romántico, ese de los finales felices y de los cuentos de hadas, distaba mucho del amor real, ese plagado de interrogantes, encuentros y desencuentros.

Muchas veces repasé las escenas finales, esperando románticamente que Ilsa no se tomara ese avión, que fuera fiel a sus sentimientos, que no lo escuchara a Rick y permaneciera a su lado.

Pero el status quo siempre le volvía a ganar al amor. Porque la realidad no negociaba. Porque las razones, el miedo a arrepentirse y la idea del futuro correcto, opacaban al amor ideal.

O tal vez, siempre confundí las cosas. Y el amor romántico se convierte en real cuando dos personas deciden contestar las interrogantes, priorizar los encuentros, espantar los desencuentros y concretar ideales.

Tal vez Ilsa sabía que ese amor, el ideal, se había quedado en Paris. Después de todo, se tomó el avión no pensando en lo que hubiera sido, sino segura de lo que no era. Porque el amor real siempre parte de un sueño, pero de un sueño que se concreta.


Aprendizaje

Fui orgullosa, sumamente orgullosa. Con los años y a los porrazos aprendí que el orgullo no siempre es nuestro mejor consejero y que en muchos casos, nos enceguece y nos juega una mala pasada. La realidad no miente, nos habla sin anestesia, y por sobre todas las cosas, no negocia. Y esa mezcla que orgullo y ego no nos permite distinguir qué es real o qué es negociable.

Hoy, si bien el ego me sigue haciendo trampas al solitario, tengo un orgullo moderado. Aprendí cuándo tengo que negociar, cuándo tengo que retirarme para tomar impulso y cuándo tengo que aceptar las cosas como son y seguir otro camino, aunque me cueste reconocerlo.

No escupo para arriba, no me creo la dueña de la verdad, ni mucho menos me hago la superada. Lo que aprendí, lo defiendo como el tesoro más preciado, con la tal vez ingenia ilusión de no volver a equivocarme. Pero la realidad muta, no es la misma la situación de ayer, la de hoy o la de mañana. Y si bien parece que hay cosas que ya las vivimos y ya las aprendimos, inevitablemente tropiezo de nuevo. Y tampoco puedo evitar caer en la bronca y en la decepción. Pero tampoco puedo evitar seguir aprendiendo.

Después de todo, el aprendizaje es el camino. No un camino para lograr una felicidad. Ni siempre es infinita, ni se parece a esa felicidad prefabricada que leímos el los cuentos de hadas. Cada uno construye su felicidad a su manera, y en definitiva la felicidad es una cuestión de actitud, de cómo encaramos el día a día. La felicidad es parte del camino, pero no en cualquier camino, sino en aquel que nos permite llegar a nuestros objetivos y cumplirlos. Camino y destino. Un poco de cada uno.

Titiriteros

Hay personas que por convicción se comportan como titiriteros. Un buen día deciden que van a colaborar con la vida de otro ser humano (a quien probablemente tengan mucho cariño) y comienzan su tierno y consecuente trabajo de dirigirle la vida desde la distancia.

Con paciencia, destreza, estrategia y mucho tesón, los titiriteros van tramando, armando situaciones en secreto, hablando con las personas correctas. No dejan nada al azar. Todo lo saben, todo lo planifican y todo lo predicen. Trabajan con tal sutileza solo comparable a un trabajo de orfebrería.

Siempre con una cara amigable hablan, aconsejan, buscan. No tienen inconviente en cambiar un viaje de negocios o mantener una charla a las 5 AM, con tal de mover las piezas de su juego, cual partida de ajedrez.

Pero todo es un binomio. Y para que exista un titiritero o una titiritera, por qué no, debe existir un títere. Alguien que se deje manejar o que no ponga peros cuando le manejan su entorno. Después de todo, los titiriteros existen porque existen los títeres.

Desenlace

Hay quienes creen que es mucho más fácil terminar una relación con un portazo que despedirse con una sonrisa y seguir sin más trámite cada uno con su vida.

En el portazo hubo una conversación que dolió. Palabras que se dijeron apuradas, que le ganaron la carrera a los pensamientos, y a los sentimientos que ya habían claudicado desahuciados.

En la sonrisa, el abrazo y el “fue bueno conocerte pero hasta que llegamos”, hay cariño, complicidad y respeto al otro. Sin embargo, se hace tan difícil desprenderse del otro. Decirle adiós implica un esfuerzo de magnitudes dantescas, y tanto cariño no ayuda para nada.

¿Será que necesitamos una discusión para desprendernos? ¿Será que nos parece más fácil? ¿O será, simplemente, que inocentemente creemos que así duele menos?

Pero la bronca no sobrepasa el dolor. Tenga la forma que tenga, el desenlace se vuelve inminente. Y no importa qué camino transitemos, llegamos a un punto en el que ya no miramos para atrás.


Este adiós, no maquilla un "hasta luego"
Este nunca, no esconde un "ojalá"
Estas cenizas, no juegan con fuego
Este ciego, no mira para atrás
Este notario firma lo que escribo
Esta letra no la protestaré
Ahórrate el acuse de recibo
Estas vísperas, son las de después
A este ruido, tan huérfano de padre
No voy a permitirle que taladre
Un corazón, podrido de latir
Este pez ya no muere por tu boca
Este loco se va con otra loca
Estos ojos no lloran mas por ti.

Nos sobran los motivos – Joaquín Sabina



Mamushka

Siempre me gustaron las Mamushkas, tienen algo mágico en ellas. No sé si es esa sensación de protección que transmiten ya que una muñeca protege a la otra. O tal vez es esa idea que todos estamos compuestos por otras versiones de nosotros mismos, y a medida que una persona nos va conociendo, las va descifrando.

Desde niña mis preferidas siempre fueron las muñecas más pequeñas. Son las únicas diferentes del grupo, ellas únicamente reciben la protección de las demás. Son el corazón, lo más profundo, la esencia.

Paradójicamente, hace unos meses desapareció la muñeca más pequeña de una de mis Mamushkas. Una explicación simple y objetiva podría aseverar que la muñequita terminó en la bolsa de la aspiradora o siendo tragada por alguna mascota. Yo prefiero pensar que la muñequita simplemente se fue a pasear. Ahora está recorriendo el mundo, como el enano de jardín del padre de Amélie.

Y en su recorrida visitó algunos blogs a los cuales decidió premiar:


Mañana de Sol - Piensa siempre más y más… será por el aburrimiento, del Caballero Rojo: donde espera ser protagonista de alguno de sus relatos garabatos, y es fan absoluta del páncreas

Nos estamos hablando, de Lady Baires: donde reflexiona sobre el amor y disfruta de sus historias

Getting Better, de Luis: donde se emociona y reflexiona sobre sus sentimientos

Crónicas de un cornudo conciente, de Ménage à Trois: donde lee historias pasionales que se entremezclan con la imaginación y la realidad

Almacén de Secretos, de Inti: donde siempre espera con ansias el próximo capítulo de la historia de su familia, y espera que algún día se convierta en una novela que comprará en una librería parisina

En este premio no hay reglas, pueden quedárselo y no pasarlo a otros blogs o pasarlo a la cantidad de blogs que quieran. Si lo pasan mi Mamushka va a seguir recorriendo el mundo, y espero sorprenderme algún día al verla en algún blog, hasta ese entonces desconocido.

Impresionista

Si algún cibernauta distraído cae por este recinto, podría llegar a pensar que voy a hablar de Renoir o de la sensación que sentí al contemplar “Desayuno sobre la hierba” de Manet al recorrer el Musée d’Orsay.

Pues no. No pienso hablar de mi experiencia con la pintura. Vengo a hablar de impresiones, de ahí que me permito en este recinto usar la palabra “impresionista” en ese sentido.

Hace un año, cuando terminé con P me sentía desamparada, defraudada, pero sobre todo intrigada por ver qué rumbo iba a tomar mi vida amorosa. Obviamente que las primeras semanas caminé sin rumbo, medio perdida entre las propuestas que cayeron del cielo y las que yo, infructíferamente, intenté hacer.

Así, un día, como quien no quiere la cosa, apareció C. Un impresionista con todas las letras. Accedí a salir con él un poco por no tener mejor opción y otro poco impulsada por esa terrible sensación de despecho que me dio saber que P ya tenía pareja.

Las salidas con C no fueron muchas, pero si existiera un Top 10 de las salidas más bizarras, seguro que estas califican. Fue ahí que C empezó con su terco, sin sentido e insufrible afán de impresionarme.


El:
Me voy a comprar un auto, un Volvo.

Yo (tratando de dar conversación):
Ah, mirá que bien. ¿Cuándo lo vas a comprar?

El:
En cuanto venda un campo de un cliente. Mucha plata, más de la que te imaginás.

Yo:
Mirá que yo tengo mucha imaginación.

El:
Y me voy a alquilar un apartamento.

Yo (con cara de desconcierto y ganas de decir: ¿pero dónde carajo vivís?):
¿Apartamento?

El:
Sí, vos viste, el divorcio, las nenas, mi ex. Ahora tuve que volver a lo de mi vieja.

Yo (mirando la mesa ya que no puedo poner cara de poker):
Ajá…

El:
Pero ya voy a comprarme el auto, el apartamento, volver a los viajes al exterior, todo eso. Mucha plata…

Yo:
Sí, me imagino. Bueno cuando quieras cambiamos figuritas, pero yo solo cambio de las reales… las imaginarías se las dejo a los niños…

El:
No linda, no me entendiste.

Yo:
Sí, te entendí clarito.

El:
Es que a las mujeres como vos hay que impresionarlas.


Me quedó clarito. A las mujeres como yo hay que impresionarlas, pero que alguien le avise a C que no me impresiono con el vil metal y menos con uno imaginario.

Evidentemente hoy en día C no compró el auto, ni viajó a Orlando con las hijas, pero seguro se quedó con la duda de por qué no logró impresionarme.

Amigo


“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”
Sir Francis Bacon

A veces vivimos tan apurados, tratando de hacer mil cosas al mismo tiempo, buscando respuestas inmediatas, caminos más cortos, decisiones más precisas: el trabajo, el estudio, el dinero, la familia. Pero aun en esa vorágine, necesitamos una mirada amiga, un consejo que solo un amigo puede darte o ese café que reconforta el alma.

Si tuviera que definir a mis amigos, diría que son los que han estado siempre, desde el primer día, más allá de las horas, las alegrías, las peleas o las distancias. A quienes impulso y ayudo a crecer, y ellos me ayudan a ser mejor persona.

Muchas veces pensamos que los amigos siempre van a estar, y que no hace falta reconocerlos. Porque ellos están, y nosotros también. Es cierto, pero también es cierto que el reconocimiento sincero agranda el alma.

Agradezco a Inti que en su Almacén de Secretos me dió este regalito, y aprovecho para agradecerles a todos mis lectores por su presencia constante, consejos y por dejarme ser parte de sus blogs.




Y este regalo tiene reglas (que quien quiere las sigue, y quien quiere las rompe, porque de vez en cuando también es bueno romper las reglas):


1º- Enlazar el blog que te dio el premio.
http://almacendesecretos.blogspot.com/


2º- Contestar unas preguntas:
- ¿Por que te decidiste a tener un blog?
Porque necesitaba ordenar las ideas de mi cabeza y los componentes de mi alma.
- ¿Cuanto hace que lo tienes?
Desde julio

- ¿Que sentimientos tuviste a través del mismo?
Sopresa, alegría, desahogo

- ¿Que es la amistad para vos?
Un lazo que perdura más allá del tiempo y las distancias

- ¿Que espera de una amistad?
Que compartamos y disfrutemos las buenas, y nos prestemos el hombro para soportar las malas, sin importar el lugar o el momento.


3º- Dar el premio a seis personas:

La Solitaria: porque me hace reir con sus aventuras y desventuras, y comenta incansablemente este y otros blogs

Madie: a quien aprovecho para volver a desearle éxito en su nueva etapa académica

Any: por sus orginales y divertidos escritos

Marga: por compartir su mundo con nosotros, y así calmar su ansiedad

Mery: porque me divierte con sus locuras, y su búsqueda del “principe blu” (italiano, obvio)

Sherezade: para darle mi hombro si lo necesita

Precaución

A todos no pasó que después de un buen porrazo, esperamos un tiempo prudencial antes de retomar la actividad que nos generó la caída. Y ese tiempo depende de la profundidad de la herida, y del dolor que nos causó.

Una vez que nos recomponemos, volvemos tímidamente al ruedo. De a poco, viendo como hacer para protegernos, evaluando las formas de no volver a cometer los mismos errores que nos desestabilizaron y generaron el porrazo.

Análogamente en el amor hacemos lo mismo. Una sucesión de malas experiencias y a veces una sola, nos llevan a protegernos de futuras e hipotéticas malas experiencias. “Yo no me enamoro más” decimos con tanta determinación que hasta sonamos convincentes.



Y tal es la autoprotección, que a veces nos condicionamos a no involucrarnos lo suficiente, o directamente a evitar nuevas experiencias. Para que no duela, par que no nos lastimen de nuevo.

Pero esas precauciones no sirven de nada. Decidir no enamorarnos más no nos protege del amor, porque en el amor no hay precaución que valga.

Cuentas pendientes

En los últimos tiempos aprendí que no debemos dejar cuentas pendientes, no importa del tipo que sean. Todo lo que no hagamos, lo que no decidamos o lo que no digamos hoy, no sabemos si mañana vamos a tener la oportunidad de hacerlo, decidirlo o decirlo.

Parece simple, pero es parte de la naturaleza humana ir dejando cuentas pendientes: un café para más adelante, esa charla que “nos debemos” hace años, un problema sin resolver.

Hay quienes creen que es más placentero olvidarse de los problemas, y hacer como si nada hubiera pasado. Siempre me llamó la atención esas personas que no enfrentan las cosas, como si diera más tranquilidad llevar una cuenta pendiente que resolverla.

Otros creen que olvidar lo que pasó y dejar cuentas pendientes es una oportunidad de aprovechar el presente. El pasado pasó, y lo hecho, hecho está. No podemos cambiar el pasado, es cierto, la idea no es desenterrar muertos o revivir fantasmas.

Para aprovechar el presente, hay que aprender del pasado. De lo bueno, de lo malo, de los errores y de lo ya aprendido. Y no dejar para mañana.

Carpe diem!


Diferencias de género

¿Qué pensás cuando te dicen: "¿Vamos a tomar algo?"?
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Contrarios

“Los contrarios son necesarios. No existiría el día sin la noche, la luz sin la sombra, ni la risa sin el llanto”, me dijeron una vez.

Siempre me pregunté cuál es el contrario del amor. ¿Es el odio? Sería muy simple. Acaso no es mucho más fácil terminar una relación en medio de una discusión, con un portazo, odiando al otro con quien hasta ayer tuvimos tanto en común.

El contrario del amor es más radical, más tajante, y mucho más ingrato. El contrario del amor es la indiferencia.