La teoría del borrador

Laura es una de las más fervientes partidarias de la teoría del borrador. La teoría es simple: una vez que se termina una relación, debemos borrar todo rastro de esa persona: regalos, cartas, mails, fotos, todo lo que nos recuerde ese período de vida en conjunto.

Así lo hizo con todos, pero con Gustavo dio un paso más en ese afán de evitar cualquier detalle que generara el más mínimo recuerdo: cambió el recorrido al trabajo, cambió de gimnasio, cambió de actividades, y cambió de casa. Laura estaba empeñada en borrar a Gustavo, y la logró. No a fuerza de su intención de borrarlo, sino porque Gustavo comenzó a frecuentar a otra señorita y rápidamente se olvidó de la dueña del borrador.

Y Laura, que por supuesto no se enteró de la nueva situación amorosa del “borrado”, conoció a un nuevo Gustavo. La relación funcionó bien durante los primeros seis meses, tiempo suficiente para que el nuevo Gustavo pasara a ser una versión desmejorada del anterior Gustavo.

Así, una vez más, Laura puso en práctica su teoría del borrador y se dispuso a deshacerse de fotos, papeles y demás recuerdos, en pro de volver a subirse a la calesita que la lleve a conocer al siguiente Gustavo. A quien, como es de esperar, borrará en su debido momento, sin dejar ni un borrón, más no sea para recordarle el camino recorrido, y que por algún motivo, ya no está en él.