Vuelta de página

Diciembre genera alegría, reencuentros, ansias, reflexión y tantas otras emociones más. Es un mes igual pero diferente a los otros.

Es el mes en el que se termina el trajín del año y deviene un tiempo de descanso. El mes de los proyectos y de la tortura por lo que no se hizo. El mes de los balances y la lista de ideas para el año siguiente.

Siempre lo viví así: un mes más pero con una vuelta de página. Vuelta de página personal o compartida, interna o externa, visible o invisible.

Brindo con ustedes, quienes del otro lado de la pantalla me acompañaron todo el año. Por sus vueltas de página que permitan generar cientos de historias nuevas.

¡Felices fiestas!

El síndrome del ahora

Basta con que diciembre comience a visualizarse en el almanaque para que me vea afectada por el síndrome del ahora.

Con la mayor ansia deseo que todo lo que postergué el resto de los once meses se cumpla en los próximos diez minutos, que se adelanten las reuniones de fin de año, que el brindis de Navidad no demore tres semanas y la licencia llegue antes de lo esperado.

Que por arte de magia mis compromisos laborales terminen rápidamente, que me enamore a la vuelta de la esquina, que los libros que descansan en mi mesa de luz sean leídos hasta la última página, y que este blog vuelva a actualizarse semanalmente.

La ansiedad hace que muchas de esas situaciones no se cumplan, algunas se posterguen más aun, y otras sean definitivamente descartadas. Sin embargo, esa misma ansiedad me genera el empuje y la inspiración necesarios para terminar de cerrar proyectos, y comenzar a gestar otros.

Durante diciembre quiero que todo se cumpla ahora, pero afortunadamente, el resto del año tengo claro que el “ahora” no necesariamente es sinónimo de cosecha, sino también se siembra, y riego diario.