Para él yo siempre fui su amiga. Unica, excepcional, por encima del promedio, inteligente, preciosa, atractiva, elegante, escuché todos esos adjetivos uno a uno y en conjunto, pero siempre precedidos del sustantivo “amiga” (¡cómo si no fuera un oxímoron en más de un caso!).
Acompañé su risa, me divertí con sus historias, sonreí cada vez que me dijo princesa. Pero también acompañé sus días sombríos, alivié sus frustraciones, lo escuché y lo contuve a toda hora.
No soy una ingrata. El también estuvo cuando lo necesité, las veces que lo reconocí a los gritos, y las veces que me encerré sin decir nada. Me sostuvo, me escuchó, me aconsejó, me secó las lágrimas y me ayudó a levantarme.
Está bien, los amigos hacen eso. Pero siempre me quedaba esa sensación de vacío. Yo quería más de lo que él me daba, y ahí empezaban mis reclamos, las discusiones, el desgaste. Porque yo quería lo que él no podía darme. Él era mi amigo, y yo estaba enamorada.
El problema es que yo no puedo ni quiero ser su amiga. Tarde, muy tarde, me di cuenta que tenía que aprender a apostar todo o nada. No podía seguir haciendo todo mal.
Yo no quiero las cosas a medias, las ilusiones sin sentido, yo no quiero ser la actriz de reparto de esta película, yo quiero todo o nada.
Entonces, me quedé sin nada.
Acompañé su risa, me divertí con sus historias, sonreí cada vez que me dijo princesa. Pero también acompañé sus días sombríos, alivié sus frustraciones, lo escuché y lo contuve a toda hora.
No soy una ingrata. El también estuvo cuando lo necesité, las veces que lo reconocí a los gritos, y las veces que me encerré sin decir nada. Me sostuvo, me escuchó, me aconsejó, me secó las lágrimas y me ayudó a levantarme.
Está bien, los amigos hacen eso. Pero siempre me quedaba esa sensación de vacío. Yo quería más de lo que él me daba, y ahí empezaban mis reclamos, las discusiones, el desgaste. Porque yo quería lo que él no podía darme. Él era mi amigo, y yo estaba enamorada.
El problema es que yo no puedo ni quiero ser su amiga. Tarde, muy tarde, me di cuenta que tenía que aprender a apostar todo o nada. No podía seguir haciendo todo mal.
Yo no quiero las cosas a medias, las ilusiones sin sentido, yo no quiero ser la actriz de reparto de esta película, yo quiero todo o nada.
Entonces, me quedé sin nada.