Siempre tuve mis dudas acerca del uso del a palabra “amante”. No es lo mismo el “amante” del buen cine que decir “Julián es mi amante”, sin embargo, continuamos empleado el mismo término una y otra vez.
Recuerdo cuando era niña y viendo la novela de las seis de la tarde, la increpé a mi madre si se amaban los amantes, a diferencia de los casados. Mi madre se mantuvo muda por un instante, sin pronunciar palabra, pero con una mirada que me indicaba que había preguntado algo que no se debía preguntar, o tal, que no era conveniente saber su respuesta.
Hoy me sigo preguntando lo mismo. Mucho cuestionamos a los infieles, a quien participa en la vida de otra persona únicamente siendo su “amante”. Pero en el mundo siguen existiendo los amantes. Amantes circunstanciales o reincidentes, amantes que esperan o desesperan, amantes que disfrutan la presencia o amantes que sufren las ausencias.
No pienso cuestionar la licitud o moralidad de los amantes, ni pretendo generalizar las relaciones, o dar por zanjada la discusión sobre la conveniencia de tener uno o muchos amantes. Simplemente, me sigo preguntando, si en definitiva no usamos la palabra “amante” para reconocer que, a su manera, se aman los amantes.
Recuerdo cuando era niña y viendo la novela de las seis de la tarde, la increpé a mi madre si se amaban los amantes, a diferencia de los casados. Mi madre se mantuvo muda por un instante, sin pronunciar palabra, pero con una mirada que me indicaba que había preguntado algo que no se debía preguntar, o tal, que no era conveniente saber su respuesta.
Hoy me sigo preguntando lo mismo. Mucho cuestionamos a los infieles, a quien participa en la vida de otra persona únicamente siendo su “amante”. Pero en el mundo siguen existiendo los amantes. Amantes circunstanciales o reincidentes, amantes que esperan o desesperan, amantes que disfrutan la presencia o amantes que sufren las ausencias.
No pienso cuestionar la licitud o moralidad de los amantes, ni pretendo generalizar las relaciones, o dar por zanjada la discusión sobre la conveniencia de tener uno o muchos amantes. Simplemente, me sigo preguntando, si en definitiva no usamos la palabra “amante” para reconocer que, a su manera, se aman los amantes.