Hay relaciones, ya sean amorosas, familiares, laborales, amistosas y otras variantes, que se comportan como una calesita.
Los mismos hechos se dan una y otra vez, en forma reiterada y continua. Situaciones que nos confortan (y nos hacen disfrutar de ese paseo en calesita), pero también situaciones que dad su reiteración nos fastidian.
Las discusiones de pareja, las quejas sobre los mismos e inagotables temas, que uno tire y el otro que lo deja tirar… terminamos en la misma calesita, girando una y otra vez en torno a lo mismo.
Y aunque cansa, a veces por costumbre, por temas sociales, por el confort de la situación establecida, no nos bajamos de esa calesita.
Pero cuando las relaciones se vuelven enfermizas y destructivas, es mejor bajarse en la próxima vuelta.
Los mismos hechos se dan una y otra vez, en forma reiterada y continua. Situaciones que nos confortan (y nos hacen disfrutar de ese paseo en calesita), pero también situaciones que dad su reiteración nos fastidian.
Las discusiones de pareja, las quejas sobre los mismos e inagotables temas, que uno tire y el otro que lo deja tirar… terminamos en la misma calesita, girando una y otra vez en torno a lo mismo.
Y aunque cansa, a veces por costumbre, por temas sociales, por el confort de la situación establecida, no nos bajamos de esa calesita.
Pero cuando las relaciones se vuelven enfermizas y destructivas, es mejor bajarse en la próxima vuelta.